Fabrizio Lorusso
08/08/2024 - 12:05 am
La búsqueda
El derecho a ser buscada o buscado ha sido parte de una jurisprudencia emergente o evolutiva en años recientes.
La búsqueda es un proceso integral, una vivencia continua y no un momento o una simple acción. Más de 116 mil desaparecidas y desaparecidos en México la demandan y tienen derecho a ella. El derecho a ser buscada o buscado ha sido parte de una jurisprudencia emergente o evolutiva en años recientes.
Nos enseñan las familias, las y los buscadores, las y los sobrevivientes de la violencia de las nuevas guerras, cómo es y qué es buscar a un ser querido y construir presentes dignos. Han sido las familias, en sentido literal y entendidas como nuevas comunidades dentro de los colectivos de búsqueda, quienes han impulsado y creado el andamiaje legal, institucional y las capacidades para avanzar en este tema. Desde hace ya décadas, las autoridades no han dado el ancho, y en este sexenio las familias han reiterado que “con desaparecidos no hay transformación”.
Con más de 52 mil cuerpos sin identificar y cerca de seis mil fosas clandestinas, el país entero se ha vuelto un escenario de dolor y búsqueda, en un panorama forense desolador, en donde las familias y los colectivos alumbran túneles de oscuridad institucional, contestan la acumulación de agravios y violaciones a derechos humanos, a través de organización, denuncias, ciencia y acciones cívicas y mancomunadas.
La búsqueda es circular, secuencial, no linear. No comienza con la denuncia, ni se agota con el encuentro. Que sea en campo, en terreno, o en vida o por oficios y bases de datos, la búsqueda no puede ser un acto aislado, desligado de contextos y patrones, de entramados criminales y articulaciones de actores, casos, hilos explicativos y territorios colindantes.
La búsqueda de personas desaparecidas en México se ha vuelto un fenómeno complejo y cada vez más presente en la vida cotidiana de la ciudadanía, así como la propia desaparición de las personas y las múltiples violencias que implica, cada vez más terriblemente normalizadas en la sociedad.
La búsqueda es escucha y transición, es camino y desgaste, comunidad y persistencia. Es individual, familiar, colectiva y social. Puede ser independiente, humanitaria, legal, forense e institucional. O todas las opciones anteriores en uno que otro momento del ciclo.
Según el activista Jorge Verástegui González, quien busca a su hermano Antonio Verástegui y su sobrino Antonio de Jesús Verástegui Escobedo, desaparecidos desde el 24 de enero del 2009 en Parras, Coahuila, las familias realizan búsqueda de vida porque en su trayectoria y travesía procuran el vínculo vital con su ser querido desaparecido y se nutren de él, que está hecho de memoria y amor. Pero también porque la esperanza o expectativa del reencuentro, sea como sea, es fuente de vida, de la renovación constante de una promesa y de una memoria presente acerca de la vida de quienes están ausentes. La búsqueda reconfigura esta memoria, reelabora el dolor, muchas veces de forma colectiva, aunque el duelo sea imposible o quede “suspendido”. Por eso, y porque literalmente en el recorrido de buscar y encontrar las personas se conocen, se unen y luchan por un fin común, otra consigna de este movimiento ha sido “buscando nos encontramos”. Encontrarse a uno o una misma, pero también en y con las demás.
Buscar es dialogar, intercambiar, y puede que sea necesario hacerlo hasta con quienes cometieron los delitos y sus redes, sus jefes o protectores, para hallar salidas y pistas, dentro de un camino de justicia transicional serio, profundo e integral, que nunca ha ocurrido en México y que el Gobierno saliente quedó a deber.
La búsqueda, en mi opinión, no es resiliente, ya que no significa adaptarse pasiva e individualmente a lo existente, sino que es resistente porque trata de cambiar el estatus quo, sin doblarse y resignarse.
Pretende, asimismo, evidenciar las fallas sistémicas y políticas para incidir en lo público y encontrar personas, generar modelos replicables que se imitan y se aprehenden desde abajo entre colectivos, personas buscadoras, solidarias y acompañantes, así como para organizar desafíos al régimen imperante que destruye o precariza la vida. La búsqueda visibiliza la herida social y es política.
Acerca a la sociedad a los mecanismos ciudadanos y populares de solidaridad, verdad y justicia. Se abre otro sexenio, otra fase de transición, que bien puede y debe prever la búsqueda transicional de justicia, con miras a salir de la espiral de violencia estructural, criminal, política y económica que azota las entrañas y las tierras de México.
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